La doble renuncia de Guillermo Francos y Lisandro Catalán marca mucho más que un recambio administrativo en la Casa Rosada: simboliza el final del intento —frustrado— de dotar de volumen político a un gabinete que nunca tuvo poder real.
Ambos funcionarios habían sido presentados como los “puentes” entre Javier Milei y el resto del sistema político. Sin embargo, el paso del tiempo mostró que esos puentes no conducían a ningún lado. A casi dos años de gestión, y tras el triunfo electoral legislativo del oficialismo, Francos y Catalán dejan sus cargos en medio de un contexto donde las decisiones siguen concentradas en el núcleo duro libertario, con Karina Milei y Santiago Caputo como los verdaderos arquitectos del poder.
Francos, abogado con una larga carrera que combina la función pública y el sector privado, encarnó la apuesta de Milei por un interlocutor experimentado y moderado. Su llegada a la Jefatura de Gabinete, tras la salida de Nicolás Posse, pretendió dar aire político a una administración marcada por el aislamiento. Pero su margen de acción se redujo rápidamente: la estrategia presidencial nunca lo contempló como decisor, sino como ejecutor. Su última aparición pública, en una reunión con gobernadores dialoguistas en el Salón Eva Perón, fue casi una metáfora: Francos gestionando el diálogo mientras el poder real se ejercía en otra oficina.
Catalán, su socio político y relevo natural en el Ministerio del Interior, siguió la misma suerte. Hombre de perfil bajo, abogado tucumano, fue clave en los acuerdos preliminares que facilitaron la aprobación de la Ley Bases. Pero, al igual que Francos, terminó subsumido en un esquema donde la política es vista como una concesión y no como una herramienta.
Las renuncias de ambos confirman el vaciamiento progresivo del gabinete y el avance de un modelo de gestión cada vez más cerrado sobre la voluntad presidencial. La “ala política” del gobierno libertario se desintegra sin resistencia, dejando tras de sí un mensaje claro: en la era Milei, la política no se ejerce, se tolera.
						
					 
										
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