El movimiento sindical argentino volvió a mostrar este martes su fractura interna. Mientras la Confederación General del Trabajo (CGT) oficializó las firmas de sus nuevos triunviros en una jornada de trámite institucional, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) anunció el primer paro nacional contra el gobierno de Javier Milei tras la victoria electoral de La Libertad Avanza (LLA) en octubre.
En la histórica sede de Azopardo 802, los dirigentes de la CGT realizaron la ceremonia “burocrática” de firma de cargos sin foto oficial y con ausencias que dejaron en evidencia las tensiones que atraviesan a la central. No todos los integrantes del nuevo Consejo Directivo rubricaron el documento, reflejo de una unidad que se mantiene en lo formal, pero no en lo político.
La reforma laboral que impulsa el Gobierno será el primer gran desafío para la CGT, ahora conducida por un triunvirato integrado por Jorge Sola —del sector dialoguista—, Cristian Jerónimo —representante de la renovación generacional— y Octavio Argüello —referente de la línea “moderada” de Camioneros cercana a Hugo Moyano—.
En contraste, ATE decidió pasar a la acción y convocó a un paro nacional de 24 horas para el miércoles 19 de noviembre, con movilización a la Secretaría de Trabajo. El gremio exige la “inmediata” reapertura de las paritarias y rechaza de plano la reforma laboral.
“Los trabajadores no tenemos que esperar a conocer ninguna letra chica para saber que nos quieren joder. Tenemos que empezar a enfrentar ya en la calle a esta reforma”, advirtió el secretario general de ATE, Rodolfo Aguiar.
La medida representa, en los hechos, el primer paro nacional convocado tras la contundente victoria legislativa del oficialismo el 26 de octubre, un gesto que ATE se ocupó de remarcar para diferenciarse del resto del mapa sindical.
Dos postales que ilustran el presente del sindicalismo argentino: mientras algunos gremios eligen confrontar, otros optan por esperar.

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